Hace una semana le ofrecí la plática de Zoonidos a mi amiga Libertad que es maestra en el Colegio Williams, pero me pidió que en vez de esa le preparará una acerca de migraciones animales que era la unidad que estaban viendo sus alumnos. Acepté gustoso, siempre con el reto de aprender algo nuevo en el proceso de preparar la plática.
Luego de una semana de aprender que las libélulas migran persiguiendo la lluvia, que el zooplancton se mueve huyendo de sus depredadores y que Disney se burló de los lemmings porque supuestamente migraban para suicidarse, llegó finalmente el día. Esta mañana llegué temprano a la primaria donde trabaja Libertad y me tocó primero esperar en una banca mientras estaba el recreo. Quizá tenía ya como un año de ir a ningún patio de una escuela. Los niños estaban en el clásico partidito de futból, las niñas probándose la falda de revolucionarias para su bailable de la ceremonia, una bolita de niños jugando resorte, la maestras aprovechando para echar el chisme y comer algo, hasta que finalmente sonó la clásica chicharra de escuela que echó todo a perder y marcó la hora de formarse para regresar a clases.
Libertad y otras maestras estaban muy apenadas porque habían olvidado, que tenían a la hora que me citaron la ceremonia del día de la Revolución Mexicana, así que me invitaron a acercarme con los niños a ver el evento. Estoy seguro que tenía al menos 17 años de no estar en una ceremonia de escuela, cantando el clásico "se levanta en el mástil mi bandera". Escuchando el "firmes ya" del director de la escuela y cantar el Himno nacional con mi mano bien cerrada sobre el corazón. Soy un poco patriota y siempre me quejo de los futbolistas en la tele que apenas mueven la boca cuando los encuadran a la hora de estar en el Azteca lleno. Mi sugerencia es que en el camión desde la concentración se les entregue el Himno a todos para que canten con ganas. Así que pensado lo anterior y aprovechando la rara ocasión, pues me puse a cantar con más fuerza el "Mas si osaré un extraño enemigo profanar con sus plantas tus suelos" y "un soldado en cada hijo te dio" (que hace 20 años no tenía ni idea de que fregados significaba!!).
Finalmente llegó la hora de la plática y entramos a un pequeño auditorio con una batería en el escenario (por cierto, quiero aprender a tocarla!). Y comencé la plática; porqué migran los animales, las grandes migraciones de las aves, el viaje de los elefantes para conseguir agua, la persecución de los tiburones y los atunes en el Pacífico, el baile de las medusas y el sol en Palau, el recorrido de los pingüinos emperadores para alimentar a su polluelo, la subida río arriba de los salmones para morir luego de desovar y hasta la persecución de los judíos por los Nazis. Luego vino una lluvia de ordenadas e interesantes preguntas. Qué cómo saben a dónde migrar, que qué pasa si se pierden en el camino, que quiénes migran más si los humanos o los animales, que porqué nos conviene la migración.
El tiempo se nos vino encima y tuvimos que cortar las preguntas, al final recibí mi aplauso, y de repente se levanta Pablo (un niño que ya me había dicho Liber que se parecía a mi porque le gustaba la naturaleza) y que me da un papelito con un lápiz y me pide un autógrafo. Luego de escribirle algo que espero lo inspire, la manada completa de niños me pidió que también les diera su garabato a todos. Finalmente y como si no fuera ya demasiado conmovedor y emocionante, llegó una niña super dulce a decirme que yo era su "beneficio" del día. Salí del auditorio rodeado de pequeños hombrecitos platicándome de sus libros de tiburones, preguntándome si los patos canadienses estaban en extinción y despidiéndome agradecidos.
Las puertas de la escuela se cerraron detrás de mi, pero mi boca estaba abierta y muy sonriente. Caminé de regreso a mi casa con mi mochila en el hombro como hace tantos años lo hice diariamente. Me sentí muy contento y satisfecho de compartir un poco de conocimientos con los niños. Sin duda yo aprendí más y me llevo más de ellos que ellos de mí. Me encantó esta mañana regresar a la escuela, escuchar la chicharra, escuchar gritos, sentir la energía y ser el "beneficio" de un grupo de niños de 10 años. Hoy los niños me recordaron que amo lo que hago y que me hace muy feliz.
En contrasentido un gigantesco grupo de autos galoparon a toda velocidad migrando con destino desconocido, yo, simplemente camine de regreso a casa, satisfecho de haber alimentado mi espíritu.
Para miss Liber, a aquellos que me enseñaron a compartir el conocimiento y a todos los niños que les emociona nuestro maravilloso mundo como a mi.
18 de Noviembre del 2011.